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La cancha Maracaná, ubicada en el barrio Belén de la comuna 9 de Cúcuta, se encuentra en un estado de abandono que está frustrando los sueños de muchos jóvenes futbolistas. Lo que alguna vez fue un espacio vibrante para el deporte local, hoy presenta condiciones deplorables que ponen en riesgo a los niños y adultos que intentan practicar allí.

Con más de 120 niños que utilizan este espacio para entrenar, muchos padres han retirado a sus hijos debido a las constantes lesiones provocadas por el mal estado del terreno, que afecta tanto a los jóvenes como a los veteranos que juegan allí los fines de semana. A pesar de múltiples solicitudes de mantenimiento por parte de la comunidad y de los directivos deportivos locales, la cancha sigue sin recibir la atención que merece.

La comunidad de Belén hace un llamado al gobernador William Villamizar para que cumpla con su compromiso de rehabilitar la cancha, facilitando así el desarrollo deportivo de la región y alejando a los jóvenes de situaciones de riesgo, como el consumo de drogas.

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El deporte en Cúcuta y Norte de Santander ha sido duramente afectado por la corrupción y la negligencia gubernamental, lo que ha retrasado el desarrollo de infraestructura deportiva en la región. Un claro ejemplo de esta situación es el proyecto de iluminación del Estadio General Santander, que, a pesar de haber sido anunciado con entusiasmo por el exalcalde Jairo Yáñez, no ha sido ejecutado adecuadamente. Asimismo, el Coliseo Ustorio Colmenares, considerado el “templo de la gimnasia” en Cúcuta, ha permanecido en un estado crítico de abandono, a pesar de que atletas como Ángel Barajas lograron medallas olímpicas para la región.

Luis Enrique Vázquez Pedraza, abogado especializado en derecho deportivo, ha señalado que la falta de gestión eficiente y la poca claridad sobre el uso de los recursos estatales han sido un obstáculo constante para el desarrollo del deporte. Aunque existen leyes que aseguran la inversión en infraestructura deportiva, las irregularidades en la asignación de fondos han afectado negativamente la calidad de los escenarios.

El apoyo a los jóvenes deportistas también es limitado, lo que ha impedido que muchos talentos locales puedan avanzar en su carrera profesional. La falta de patrocinio y apoyo estatal ha llevado a muchos de ellos a abandonar sus sueños deportivos, frustrados por la falta de oportunidades. Los esfuerzos por mejorar esta situación, como la gestión de recursos a través del Instituto Municipal de Recreación y Deporte (IMRD) e IndeNorte, han tenido resultados limitados, aunque se destaca el ejemplo del equipo femenino de ciclismo que compitió en la Vuelta a Colombia gracias a la gestión adecuada de recursos.

Entre los pocos escenarios deportivos en condiciones óptimas, la cancha sintética del barrio Chapinero se destaca como la mejor de la ciudad. Este campo ha sido sede de importantes torneos de fútbol juvenil a nivel nacional, lo que demuestra el gran potencial deportivo de la región. Sin embargo, se necesita un mayor compromiso por parte de las autoridades locales y departamentales para invertir en los jóvenes de los barrios más vulnerables, alejándolos de los riesgos de la violencia y las drogas a través del deporte.

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En lo alto del barrio Los Alpes, en Cúcuta, se encuentra Yalit Sánchez, una niña de 12 años que, a pesar de enfrentar enormes desafíos desde su nacimiento, nos enseña a diario que la discapacidad no es un límite, sino una oportunidad para demostrar fortaleza y perseverancia. Yalit nació con meningocele, una condición que le ha exigido múltiples cirugías y cuidados especiales desde sus primeros días de vida.

Con el apoyo incondicional de su madre, Daisy Quiñones, y su familia, Yalit ha enfrentado estos retos con una sonrisa. Su vida diaria está llena de obstáculos, pero también de esperanza. Cada día desciende desde su hogar en Los Alpes hasta la escuela Manuel Fernández de Noboa, una institución que ha implementado estrategias de inclusión para asegurar que Yalit reciba la educación que merece.

A pesar de las limitaciones físicas, Yalit se destaca por su entusiasmo y alegría, siendo una inspiración tanto para sus compañeros como para sus maestros. Su historia es un recordatorio de que, con determinación y el apoyo adecuado, es posible superar cualquier barrera.

Gracias a la ayuda de la comunidad, la familia de Yalit ha podido adquirir una moto, lo que ha facilitado su transporte y ha aliviado las dificultades que enfrentaban al empujar su silla de ruedas por las empinadas cuestas del barrio. Sin embargo, el camino hacia sus sueños continúa, y Yalit no se detiene. Sueña con convertirse en cantante, y cada día trabaja para hacer realidad ese sueño.

La historia de Yalit Sánchez es un testimonio de la resiliencia y la fuerza del amor familiar, y nos recuerda que los desafíos, por grandes que sean, pueden ser transformados en oportunidades para crecer y alcanzar nuestras metas.